'La psicóloga del colegio me ha dicho, entre otras cosas, que mi hijo Pablo, de 8 años, es “demasiado bueno” y que debería empezar a dejarle hacer ciertas cosas solo. Mi familia y amigos siempre me han dicho que le controlo y protejo demasiado, que le “aplasto la personalidad”. Antes, estos comentarios me molestaban enormemente y creía que yo hacía lo que hace una buena madre: preocuparse por sus hijo, atenderle y marcarle límites claros (horarios, ropa, actividades...), para que no sea un maleducado y tenga disciplina y respeto a la autoridad...pero el comentario de la psicóloga me ha hecho dudar ¿seré realmente una madre demasiado controladora?, ¿esto puede tener consecuencias negativas en mi hijo?'
Como se dice habitualmente “todo en exceso es perjudicial”. Que los niños tengan unos padres que les indican lo que está bien y mal, lo que se puede y no se puede hacer, que les marquen unos horarios y estén ahí para apoyarles y socorrerles si lo necesitan es algo que, en principio, les ayuda a crecer. Ahora bien, cuando esta función de control y protección es excesiva provoca el efecto contrario, impide que el niño se desarrolle de forme adecuada y favorece la inseguridad en sí mismo, con dificultad para elegir y tener criterio propio: si siempre me indican lo que tengo que hacer, cuando no lo hacen me siento perdido. Impide también que el niño desarrolle mecanismos, herramientas para manejarse en el mundo: si siempre me lo dan todo hecho no tengo ocasión de poner en práctica y potenciar mis capacidades (y comprobar que las tengo!) Empuja al conformismo y la sumisión: para que el otro no se enfade haré lo que me pida, además seguro que el otro sabe mejor que yo lo que es más adecuado.
Pero, sobre todo, con este modo de funcionar le estamos enviando al niño el mensaje de que no le vemos capaz, que él sólo no puede y si MAMÁ piensa esto será que es cierto... (siente el niño).
Por supuesto que cada niño y momento de su desarrollo requieren por parte del adulto actitudes y comportamientos diferentes pero, crecer bajo el yugo del control y la sobreprotección no favorece el desarrollo y todos los “auto” positivos: autonomía, autoestima, autoconcepto, autoayuda...se ven afectados, ya que ese lugar ha estado siempre ocupado por otro.
Sería conveniente que, con la ayuda de un profesional, indagaras en qué es lo que te lleva a seguir esta pauta con tu hijo: tu propia personalidad, el modo en que te educaron tus padres, creencias sobre cómo se debe educar.....pero piensa que debajo de un gran control suele haber un gran miedo y educar y crecer con miedo nos es bueno para ninguna de la partes.
Soledad Cuadrado Moreno
Directora de Global Psicología